Luego de haber pasado más de 12 años en Chile y haber regresado a mi país, Uruguay, ya casi cerca de la quinta década de mi vida y con muchas dificultades para instalarme laboralmente estoy en un punto que no estoy seguro exactamente hacia dónde ir.
Lo sé, muchos dirán: ¡Vaya! ¿En casi cincuenta años nunca te has establecido?
Pues no, tal vez ha sido un error pero es tarde para quejas, he estudiado poco, quiero decir con esto que mi educación es básica y me he lanzado más a realizar cosas que me gustaban, viajar, conocer y si bien en lo laboral he sido convencional siempre traté de hacerlo de manera independiente.
Luego de estar tantos años en un país como Chile, donde la vida era relativamente más accesible, con costos de vidas más económicos, y muchas salidas y disfrutes, al regresar a Uruguay y empezar de cero a estas alturas del partido de mi vida las cosas se me pusieron difíciles.
Actualmente, estoy parando en la casa de mis progenitores, ambos ya de 70 años, vivimos prácticamente casi a las afueras de la ciudad, Montevideo, a 13 km de la costa y hacia el norte del departamento. Regresé a mi país después de que mi padre tuviera un accidente cerebro vascular (ACV), afortunadamente a pesar de las muchas limitaciones con las cuales a quedado se ha ido recuperando con la ayuda de todos, depende mucho de nosotros pero al menos puede caminar y trasladarse por sí mismo.
Mi país es hermoso, tiene una democracia pujante y aún hay mucho por hacer, otrora este pequeño país latinoamericano fue llamado la Suiza de América, creo que ya no ostenta ese título pero si ostenta unos costos de vida muy alto que se hace muy difícil sobrellevar a aquellos que tienen pocos ingresos o están desempleados.
Estoy exactamente en esa franja de desempleados, con una edad en la cual ya se es viejo para ser reinsertado laboralmente y con una discapacidad auditiva severa que complica mucho las cosas.
Llevo tres años en esta situación desde que ingresé al país, he pensado seriamente regresar a Chile pero eso significaría dejar a mis padres, ya bastante mayores los cuales cuentan conmigo para muchas cosas, tengo una hermana, ella vive en Salinas, departamento de Canelones y hace bien poco comenzó a construir su vida en pareja encaminándose a formar su propia familia.
No sé si la palabra correcta sería resignación, pero digamos que estoy aceptando que debo tomar otras opciones ya que los intentos de ser integrado laboralmente de forma estable últimamente han sido nulos.
Pues bien, aquí estoy, comenzando de cero, viendo qué opciones tengo y qué puedo hacer por cuenta propia y poder así salir adelante y resurgir a una situación mejor.
Mi nombres es Fabio Tabaré, “Tabaré” es un nombre indígena y también en nombre de un personaje y el título de un libro, Tabaré es un poema épico escrito por Juan Zorrilla de San Martín, considerado como la epopeya nacional del Uruguay, compuesto por más de 4.500 versos divididos en diez cantos.
El poeta canta la epopeya de una raza indígena, historia expresada líricamente, donde en algunas escenas aparecen diálogos entre los personajes envueltos en un marco escenográfico descripto de tal manera que acerca a la composición al género dramático.
Esta obra fue publicada por primera vez en 1888 por la editora Barreiro y Ramos; trata del idilio amoroso del indio Tabaré y la española Blanca teniendo como fondo la dura guerra trabada entre castellanos y charrúas en el territorio del actual Uruguay en el final del siglo XVI, esta obra es considerado en Uruguay como una de las joyas de la literatura en lengua española.
No me bautizaron con ese nombre por la connotación de indio, simplemente lo hicieron porque mi padre quiso que yo llevara su nombre, él también se llama Tabaré, y el Fabio vino del fanatismo de mi madre por el cantante argentino Leonardo Favio.
De todas formas no puedo negar que en mis venas corren sangre de charrúas ya que la madre por parte de mi abuelo materno descienden de ellos del cual según historias orales cuentan que se unió a un francés; y por parte de mi padre bajamos de todo una rama alemana-portuguesa que madre de Dios, tanta mezcla nos hace casi indefinidos.
Soy un enamorado de las Tiny House (“casas diminutas” en inglés), allá por el año 2010 después del terremoto del 27 de febrero de ese año, ese sacudón tan fuerte me remeció hasta el interior, afortunadamente mi hogar no tuvo pérdidas materiales ni humana, pero a partir de allí fue que comencé a reflexionar sobre una vida más austera, minimalista, con menos cargas materiales.
Fue así que navegando por la web encontré artículos sobre las Tiny House de Estados Unidos y un movimiento que inicio Jay Shafer fundador de Four Lights Tiny House Company, presentándonos una opción de vivienda verdaderamente sostenible. El Sr. Shafer ha pasado más de una década viviendo en casas autoconstruidas de menos de 10 metros cuadrados.
Amor a primera vista, las casitas sobre ruedas se convirtieron en mi pasatiempo y obsesión, los diseños de los espacios pequeños y su entorno me eran totalmente gratos y reconfortantes, comencé a querer tener ya mi propia tiny house, pero lo mío no era sobre ruedas, yo buscaba instalarme sobre tierra en una casa convencional pero con las medidas de las casas diminutas y así comencé mi viaje, aún no cuento con la tierra, voy por ella, sé que el camino es largo pero el recorrido es gratificante y la sensación de felicidad que otorga hacer lo que nos gusta es lo que realmente hace que todo valga la pena.
Y este collage recreativo podría ser un sueño hecho realidad… ¡Sólo tienes que proponértelo!
Hello, probando publicar comentario.
ResponderEliminarOtro comentario de prueba.
ResponderEliminarComentando publicación con comentarios, :-D
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